Ficha artística
Dirección y Vídeo: Tolo Ferrà
Dramaturgia: Vera González y Tolo Ferrà
Escenografía: Amaya Cortaire
Diseño Sonoro: Iñaki Rubio
Asesoría Iluminación: Juanjo Llorens
Textos:
Antonia Vicens. Silenci Blanc
Denise Despeyroux. Roma vacía
Itziar Pascual. La vuelta
Rulo Pardo. Supermercado
Jorge Muriel. Tan lejos, tan cerca
Vera González y Tolo Ferrà. En la ciudad
Composición musical:
Julie Reier. Silenci Blanc
Iván Palomares. Roma vacía
Mariano Marín. La vuelta
Iñaki Rubio. Supermercado y Tan lejos, tan cerca
Antoni M. March. En la ciudad
Construcción escenografía y atrezzo:
Marta Kniaz, Néstor Alonso, Dr. Crea, Ismael Bautista
Voces:
Patxi Freytez, Tolo Ferrà, Javier Lago, Ana María Marí, Gema Carvalledo, Vera González, Rulo Pardo, Miguel Álvarez, Xisca Ferrà, Esther D’Andrea, Emi Caínzos, Manuel Román, Roberto Cerdá, Lidia Otón, Isidra Mora, Laia Álvarez, Pau Ferrà, Ona Ferrà, Pedro Mas, Jorge Muriel, Antonia Ferrà, Jose Gómez
Actrices:
Daniela Saludes / Vera González, Alex Palomo (Islas Baleares), Tilda Espluga (Cataluña)
Testimonios:
Carmen Moreno (madre), Carmen Moreno (hija), Juana Cañero (madre), Soledad Trapero (hija), Sixta Martín (madre), Consuelo Vaquero (hija)
Video 2D Motion: Daniel Santiago
3D Dossier: Gema Ablanedo
Agradecimientos:
Pablo Rouces, Francisca Esteba, Gregoria Torío, Samuel Sánchez, Silvia Pintado, Marisa y Rosa, ZENITaudio, Llar d’ancians IMAS de Palma y Teatre Sans
Una producción de COMA14 y La Société de la Mouffette
Durante los noventa y ocho días del estado de alarma solo podíamos recorrer ciertas distancias: hasta el mercado para comprar comida (doscientos cincuenta y tres pasos en mi caso), para sacar al perro, para ir a trabajar si formabas parte de los trabajadores esenciales, para tirar las basuras a los contenedores.
Los menores no tenían derecho a recorrer ninguna distancia fuera de casa, no había escuela, no había parques, no había posibilidad de pisar la arena.
Las distancias no recorridas eran las que se hacían más difíciles: la distancia hasta la casa de tus padres, hasta el colegio de los niños, hasta el abrazo de tus amigos, hasta el beso de tu pareja.
De pronto el tiempo también se convirtió en distancia: veinte días para ir al teatro, setenta días para volver a oler su jersey, treinta y cinco días para terminar esa partida de billar que quedó a medias, cincuenta y cuatro días para ver a los abuelos en el patio de la residencia, los días que quedan hasta volver a bailar en un concierto de música.
Algunas distancias se han hecho infinitas, como las que hay hasta los seres queridos que han muerto. Otras se han acortado, como la que te separa de los vecinos del edificio de enfrente, o la distancia con los amigos que están fuera pero que se acercan a través de video llamadas. Pero hay otras nuevas; distancias por imposición: como la distancia interpersonal.
Quizás ahora tenemos que repensar nuestras distancias, hacerlas a nuestra medida, acortando unas y alargando otras, para ser, en la medida de lo posible, más felices como individuos y como sociedad.

Durante los noventa y ocho días del estado de alarma solo podíamos recorrer ciertas distancias: hasta el mercado para comprar comida (doscientos cincuenta y tres pasos en mi caso), para sacar al perro, para ir a trabajar si formabas parte de los trabajadores esenciales, para tirar las basuras a los contenedores.
Los menores no tenían derecho a recorrer ninguna distancia fuera de casa, no había escuela, no había parques, no había posibilidad de pisar la arena.
Las distancias no recorridas eran las que se hacían más difíciles: la distancia hasta la casa de tus padres, hasta el colegio de los niños, hasta el abrazo de tus amigos, hasta el beso de tu pareja.
De pronto el tiempo también se convirtió en distancia: veinte días para ir al teatro, setenta días para volver a oler su jersey, treinta y cinco días para terminar esa partida de billar que quedó a medias, cincuenta y cuatro días para ver a los abuelos en el patio de la residencia, los días que quedan hasta volver a bailar en un concierto de música.
Algunas distancias se han hecho infinitas, como las que hay hasta los seres queridos que han muerto. Otras se han acortado, como la que te separa de los vecinos del edificio de enfrente, o la distancia con los amigos que están fuera pero que se acercan a través de video llamadas. Pero hay otras nuevas; distancias por imposición: como la distancia interpersonal.
Quizás ahora tenemos que repensar nuestras distancias, hacerlas a nuestra medida, acortando unas y alargando otras, para ser, en la medida de lo posible, más felices como individuos y como sociedad.

